viernes, 14 de agosto de 2015

Ejercitación


Jorge estaba caminando por la calle un día de lluvia cuando volvía del trabajo, entonces se puso a pensar en su abuela Betty: se le venían a la cabeza esas feas y claras imágenes de cuando la  habían dejado en el manicomio con sus padres.

Dos años mas tarde, luego de una intensa terapia de recuperación, los médicos y psicólogos del lugar consideraron que ya era capaz de volver a su casa, por lo que la enfermera Rita Ester le dio el alta y le permitió hacer una llamada a alguien para que la pasaran a buscar, pero ella sabia que ya nadie la quería debido a su locura y a pesar de llamar a su hija Gladys, no consiguió ninguna respuesta.
Decepcionada por su propia hija, Betty salió del manicomio a las 10:52 y sabia que caminaba a la velocidad de una señora de 80 años, tardaría, al menos 20 minutos.
A solo una cuadra y media de su casa, un auto que venia a alta velocidad frenó a 2 pasos delante de ella y mientras siguió avanzando el conductor se bajó rápidamente y pasó por la derecha de Betty; de pronto un brazo por atrás la tomó por la cintura mientras que el otro sostenía un trapo con un olor muy peculiar con el cual le tapo la boca.
Después de indefinido sueño despertó en un lugar  de apariencia rara encerrada dentro de una jaula gigante, después de un largo rato pensando qué motivos lo llevaron a estar allí de repente apareció un señor de apariencia extraña de unos 40 años que se presento como Betto Gallese y le explicó que se trataba de un secuestro y que no tenía ni la mínima intención de dejarla ir.
Tras unas horas Rita llamaba a la casa de Betty para asegurarse de que había llegado bien, pero al no encontrarla, llamó a la casa de su hija, Gladis y contestó Jorge. Al enterarse de  la desaparición de su abuela, se puso a investigar y casi como un detective logró dar con el portero de Betty, la información que lo brindó el mismo logro llegar a la casa de Betto, logro meterse por la ventana y revisar toda la casa hasta llegar al sótano donde se encontró con su abuela golpeada y ensangrentada. Empezaron a dialogar sobre lo sucedido, cuando de ponto  se escuchó un portazo y después lo único que se escucho fue el ruido del viento contra los arboles y la forma en que la noche se agitaba cual víspera y la silenciosa sombra de Betto anunciaba lo peor.
El mostró su arma y con una bala atravesó el pecho de Betty, segundos después Jorge calló muerto sobre sus rodillas y a pesar de no ganar mucho con la decisión que había tomado había aceptado de forma pacífica la situación.


Joaquin Prieto Araoz